Conversación con Ernesto Gallo
Debería leerse una novela, “El cuerpo, excepto”… como tal…. Debería leerse una parodia de la novela….
Es una posibilidad que contemplo, sí. Ambas. Atinado, claro.
Es una posibilidad que contemplo, sí. Ambas. Atinado, claro.
El fragmento sin discontinuidad, de corrido…
Ajá.
Ajá.
… y además la ilegibilidad llevada a sus últimos recursos: que por las dudas comenzaría por excluir a una clase patológica de lector, el que padezca presbicia.
¡! (risas, tumba carnera fallida)
Una novela sin atributos… novelísticos… que, además de todo, exige la minucia visual, el alarde oftalmológico, no del aburguesado de Emecé o Anagrama, sino de aquel lector ávido de convalecencia que abre un paquete de remedios y se da a explorar por necesidad incluso curiosa las contraindicaciones o posologías del prospecto...
Sí, yo lo sueño por momentos como una novela encubierta, como una parodia de novela – también encubierta – y más todavía como un prospecto pero no se sabe de qué y que no se entiende y se puede agarrar de cualquier lado y vino no sé de donde… Es una fisicalización grosera de la ilegibilidad textual, desplazada al espacio propio del libro. Pienso que en una época como esta para lograr cierta atmósfera de inestabilidad semántica, en fin misterio, cierto entresijo lábil, hay que apelar a artilugios de lo peor. Minimalismo de envase sobre una incontinencia barroca de texto…
¡! (risas, tumba carnera fallida)
Una novela sin atributos… novelísticos… que, además de todo, exige la minucia visual, el alarde oftalmológico, no del aburguesado de Emecé o Anagrama, sino de aquel lector ávido de convalecencia que abre un paquete de remedios y se da a explorar por necesidad incluso curiosa las contraindicaciones o posologías del prospecto...
Sí, yo lo sueño por momentos como una novela encubierta, como una parodia de novela – también encubierta – y más todavía como un prospecto pero no se sabe de qué y que no se entiende y se puede agarrar de cualquier lado y vino no sé de donde… Es una fisicalización grosera de la ilegibilidad textual, desplazada al espacio propio del libro. Pienso que en una época como esta para lograr cierta atmósfera de inestabilidad semántica, en fin misterio, cierto entresijo lábil, hay que apelar a artilugios de lo peor. Minimalismo de envase sobre una incontinencia barroca de texto…
También tu crítica a la deforestación, tu reticencia a salir de la pantalla.
Sí, el texto ha devenido una televisión grafemática, y hoy día donde más uso papel es en el baño (en ese lugar sagrado aún inhabita la hipertextualidad). La pantalla siempre que sea como una radio de mudos o una televisión de eneenes…
Claro… Quisiera referir otro espacio estratégico de tu sistema de ocultamientos…
… Pasa más por hacer lo que me viene a la cabeza o a mano nada más…
… No firmar lo que se escribe, firmar lo que no se escribe…
¿Todo vale, no?
Por qué no.
Sí, el texto ha devenido una televisión grafemática, y hoy día donde más uso papel es en el baño (en ese lugar sagrado aún inhabita la hipertextualidad). La pantalla siempre que sea como una radio de mudos o una televisión de eneenes…
Claro… Quisiera referir otro espacio estratégico de tu sistema de ocultamientos…
… Pasa más por hacer lo que me viene a la cabeza o a mano nada más…
… No firmar lo que se escribe, firmar lo que no se escribe…
¿Todo vale, no?
Por qué no.
La excepción del cuerpo, dentro de este nuevo orden que imperativiza la fisicalización: su correlato, por decir así, la excepción de lomo.
¿Cómo?
La idea, de la misma colección DEL TRINCHE, casi quiosquera, cuasi folletinesca, de ubicar ganchitos donde iría encolado. Nada, donde iría el lomo. Doblez de la página en blanco donde iría el nombre de autor y obra en su módico destino exhibicionista de librería y biblioteca.
Ah… sí. También, por qué no.
La doble importancia de borrar el cuerpo del nombre y el nombre del lomo.
Seguro, todo es parte de un mismo complot insignificante. El primer menemizado debe ser el Lector, si no excluido, desertizado (de certezas) [operativas en su oficio])… que le cueste o que no lea ¿cuál hay?
El ciborg con la –humana- mano sólo firma lo que borra con el gadged. El gadget borrador del índice digital de la mano, un autómata de la poliglosis que expulsa a la materna lengua a un origen remotado, perdido. Ciborg brutal que devuelve a la mano lírica un compuesto de sentidos robotizado.
Claro... Además ¿qué clase de sex appeal puede tener alguien que lee el Diario de Poesía? Es algo que siempre me inquietó… mucho más que condenarse per piacere o lo que venga a estar exiliado de la propia lengua, como Conrad Beckett Nabokov Wilcock y todos esos tipos pero como quien no pudo o no quiso jamás escapar del monolingüismo a lo Arlt o, más señaladamente, a lo Lamborghini, mucho más que ver cómo hacer para por fin quebrar con la gramática, esas desesperaciones que invocaron maestros míos de mi última infancia como Heidegger Nietzsche o Wittgenstein, que sin embargo, igual
que yo, no fueron poetas, situación algo terrible ¿no?... ser poeta, recibir aplausos en las ferias, subestimar el koan que aterró a Cervantes: el aplauso de una sola mano.
Ah… Se diría que “El cuerpo, excepto” está entonces escrito con la otra, con la zurda cervantina.
Ponele, sí. Yo creo en lo que pasa cuando un pobre se divierte, y yo me divierto no sólo torturando y torturándome o viendo tele, sino escribiendo, o fingiendo que escribo: publicando…
¿Cómo?
La idea, de la misma colección DEL TRINCHE, casi quiosquera, cuasi folletinesca, de ubicar ganchitos donde iría encolado. Nada, donde iría el lomo. Doblez de la página en blanco donde iría el nombre de autor y obra en su módico destino exhibicionista de librería y biblioteca.
Ah… sí. También, por qué no.
La doble importancia de borrar el cuerpo del nombre y el nombre del lomo.
Seguro, todo es parte de un mismo complot insignificante. El primer menemizado debe ser el Lector, si no excluido, desertizado (de certezas) [operativas en su oficio])… que le cueste o que no lea ¿cuál hay?
El ciborg con la –humana- mano sólo firma lo que borra con el gadged. El gadget borrador del índice digital de la mano, un autómata de la poliglosis que expulsa a la materna lengua a un origen remotado, perdido. Ciborg brutal que devuelve a la mano lírica un compuesto de sentidos robotizado.
Claro... Además ¿qué clase de sex appeal puede tener alguien que lee el Diario de Poesía? Es algo que siempre me inquietó… mucho más que condenarse per piacere o lo que venga a estar exiliado de la propia lengua, como Conrad Beckett Nabokov Wilcock y todos esos tipos pero como quien no pudo o no quiso jamás escapar del monolingüismo a lo Arlt o, más señaladamente, a lo Lamborghini, mucho más que ver cómo hacer para por fin quebrar con la gramática, esas desesperaciones que invocaron maestros míos de mi última infancia como Heidegger Nietzsche o Wittgenstein, que sin embargo, igual
que yo, no fueron poetas, situación algo terrible ¿no?... ser poeta, recibir aplausos en las ferias, subestimar el koan que aterró a Cervantes: el aplauso de una sola mano.
Ah… Se diría que “El cuerpo, excepto” está entonces escrito con la otra, con la zurda cervantina.
Ponele, sí. Yo creo en lo que pasa cuando un pobre se divierte, y yo me divierto no sólo torturando y torturándome o viendo tele, sino escribiendo, o fingiendo que escribo: publicando…